Habitualmente tendemos a pensar que, conforme nos vamos haciendo mayores, nuestra capacidad para aprender un nuevo idioma decrece. Sin embargo, a día de hoy no hay una conclusión 100% clara, puesto que a lo largo de los años ha habido diferentes evidencias a favor y en contra. Natalia Casal, Learning Specialist de ABA English, asegura que la edad no hace que nuestra capacidad de aprender decrezca, sino que hace que aprendamos de otra manera que impacta directamente en los resultados.
1. Perder el miedo a la hora de aprender inglés
Casal afirma que, "a medida que vamos creciendo, lo que sí incrementa es el miedo a equivocarnos o a hacer el ridículo usando un nuevo idioma".
Tradicionalmente, los alumnos se someten a clases magistrales en las que usar el idioma de manera activa es casi anecdótico, por ello es necesario incrementar la práctica lo máximo posible.
"Si intentáramos aprender a montar en bici con un libro, sería imposible. Tienes que subirte a ella y caerte alguna vez para aprender, tengas la edad que tengas. Pues con el aprendizaje de un nuevo idioma pasa exactamente lo mismo".
2. Buscar métodos más eficaces que fomenten la escucha y el habla
Creer que nuestra edad nos va a limitar a la hora de aprender un nuevo idioma es justamente una de las grandes barreras con la que se encuentran los alumnos, haciendo que muchos ni siquiera den el paso a intentarlo.
Por ello, Natalia Casal asegura que es importante no caer en este error y confiar en nosotros mismos, así como buscar una metodología que se adapte a nosotros: "lo que más cuesta a la edad adulta no es tanto la gramática, como la pronunciación. En el caso del inglés, esto es especialmente sensible al ser un idioma que no suena exactamente como se escribe".
De esta forma, Casal anima a los estudiantes a "huir de los métodos tradicionales de aprendizaje basados puramente en gramática y buscar métodos más eficaces, en el que lo primero sea la escucha y el habla".
3. Incluir el inglés en nuestras rutinas diarias
Por último, uno de los consejos que Casal recomienda es no cambiar nuestras actividades diarias, sino incorporar el inglés poco a poco en ellas.
"Practicar siempre es la clave. Si partimos de actividades que nos guste realizar e incorporamos el inglés en ellas, tendremos mucho ganado. Por ejemplo, ver películas en versión original, buscar algún bar con camareros que hablen inglés, acudir a intercambios lingüísticos para tomar algo o dar clases de cocina con profesores nativos".
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