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El Alzheimer, una epidemia en el siglo XXI



En el Día Mundial de esa patología, especialistas cuentan cómo aumenta su incidencia, cuáles son sus síntomas y cómo prevenir la enfermedad manteniendo la mente activa. En nuestro país se estima que afecta a aproximadamente 600.000 personas. 

Armar rompecabezas y socializar ayuda a prevenir la enfermedad.



El Alzheimer es considerada una de las epidemias más importantes del siglo XXI debido a la cantidad de personas a las que afecta.  

Aproximadamente, 600.000 personas en la Argentina padecen esta enfermedad neurológica y se estima que la incidencia será mayor en los próximos años. A nivel mundial, se calcula que afecta al 10% de los adultos de más de 65 años y la mitad de los mayores de 85.


“Es una enfermedad neurodegenerativa que se produce por el depósito de proteínas anormales en el cerebro, las cuales primero dañan y, luego, producen la muerte de las neuronas”, explica la doctora Verónica Somale, médica neuróloga a cargo del área de Neurociencias Cognitivas del Instituto de Neurociencias Buenos Aires (Ineba).

El avance es sigiloso y genera cambios microscópicos en el tejido de algunas partes del cerebro. De esta forma, se produce un déficit en la función de un neurotransmisor vital para el buen funcionamiento de la memoria que es la acetilcolina, describe la especialista.



Por su parte, el doctor Ricardo Allegri, jefe de Neurología Cognitiva de la Fundación FLENI, afirma que el Alzheimer “es la causa más frecuente de demencia y ya hoy se sabe que los cambios cerebrales comienzan hasta 25 años antes de que aparezcan los primeros síntomas de la enfermedad”.



Si bien, normalmente, la edad es el mayor factor de riesgo, presentándose generalmente después de los 65 años, el Alzheimer también puede surgir antes y desencadenarse por factores hereditarios. "Es mucho más infrecuente. Sólo se da en el 1% de los pacientes que desarrollan la enfermedad, siendo los afectados, en general, personas de menos de 50 años y en la mayoría de los casos, con un familiar directo que tuvo la misma enfermedad", agrega Somale.  

¿A qué hay que estar atentos? 
En sus comienzos, el principal síntoma de inicio de esta enfermedad es la pérdida de la memoria inmediata, es decir, los olvidos de hechos vividos por el paciente pocas semanas, días u horas atrás. Lo característico es el olvido de un hecho completo y no solo de algunos detalles. "Es frecuente que el paciente haga las mismas preguntas repetidamente sin darse cuenta que ya las ha hecho. Y algo muy común es que suelen olvidar dónde guardan objetos personales o dinero", dice la neuróloga.

Otro síntoma común es la anomia, que es la dificultad para encontrar una palabra o un nombre de uso cotidiano. Esto genera que el paciente se muestre menos participativo en conversaciones familiares debido a este problema.

Un llamado de atención es la desorientación tanto en tiempo como en espacio, sobre todo en lugares conocidos; así como también lo son los cambios de humor. "A su vez, es muy común la depresión o la falta de interés o motivación para hacer actividades que antes sí les interesaba", enumera.

En estadios más avanzados, los pacientes suelen tener creencias erróneas, que suelen ser delirantes, como que les quieren robar o que están planeando perjudicarlos. “Cualquiera de los síntomas antes mencionados comienzan a afectar de una u otra manera su funcionalidad para hacer las actividades que sabían hacer. Por citar un ejemplo, un ama de casa puede cometer errores al cocinar o con el manejo de electrodomésticos o un empresario olvidar claves bancarias o citas importantes que obstaculizan el buen desempeño laboral”, detalla la especialista.


¿Qué solución tiene?

Si bien el Alzheimer aún no tiene cura, según Allegri, en la actualidad se trabaja con el concepto de “Reserva cognitiva” como un aspecto en el que la persona con la enfermedad enfrenta “activamente” la patología cerebral mediante la utilización de nuevas estrategias basadas en la plasticidad y en las redes neuronales alternativas.

“Actualmente, se considera que existen variables que influyen en el desarrollo, mantenimiento y/o potenciación de la reserva cognitiva a lo largo de la vida de un sujeto y, si bien hay una carga genética y capacidades innatas que no podemos modificar, es clave el rol de las influencias tempranas, los factores socioeconómicos, la nutrición, la educación, la ocupación o puesto laboral, las actividades de ocio, el compromiso social e intelectual y la actividad física a lo largo de toda la vida”, sostiene.

Anticiparse en la prevención es fundamental. Por eso, desde la Fundación FLENI, la licenciada Liliana Sabe, jefe del Servicio de Neuropsicología, comparte 10 consejos para mantener la mente activa y reducir al máximo el avance de la enfermedad:

1. Cambiar las rutinas. Por ejemplo, cambiar el camino habitual para llegar al trabajo, gimnasio, etc.
2. Leer al revés o mirar fotos al revés
3. Usar el mouse del otro lado
4. Vestirse con los ojos cerrados
5. Realizar crucigramas
6. Armar rompecabezas
7. Aprender un juego nuevo
8. Mantener e incrementar los vínculos sociales
9. Estudiar algo nuevo
10. Realizar búsquedas en Internet

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